Salvo que...por algún motivo inexplicable esos pliegues abullonados traen a mi memoria un cojín rosa bebé del que solía no despegarme durante mi primera infancia. Supongo que me serviría como una especie de juguete antiestrés precóz...¿Qué habrá sido de él?...¿Habrá terminado sus días entre los dientes de mi Ovejero Alemán?...Como sea, basta ya! Más vale no prestar demasiada atención a mis divagues mentales. Volviendo al tema del vestido, mi filosofía elemental diría que llega una etapa en la vida en la que quizás sea mejor no contradecir la teoría de Newton en pos del destaque de ciertas virtudes anatómicas de otrora.
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buenisimo!!! jajaajja
ReplyDeletebueno tu comentario, me encanta tu divague,el perro sigue con vida ????
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